domingo, 20 de abril de 2014

POR TIERRAS DE MONTEJAQUE (I)

El fin de semana previo a la Semana Santa de este año 2014, realizamos nuestra 15ª salida a la Sierra. El lugar elegido: Montejaque.
Partimos, como otras veces, del Chaparro de las Ánimas, árbol singular de nuestra provincia y que, por la costumbre de utilizarlo como aparcadero, no pudimos inmortalizar como era nuestra intención.

Tras cruzar el río Campobuche o Gaduares,  continuamos por una pista que se interna en el alcornocal, camino de Los Lajares. Llegamos al llano del Apeo y allí disfrutamos de las primeras vistas del Macizo de Líbar.


Justo antes de llegar al paredón de roca de Los Lajares tomamos un desvío hacia la izquierda, remontando el arroyo de los Álamos. Al poco cruzamos una hangarilla que nos adentra ya en la provincia de Málaga, en concreto en el término municipal de Montejaque.

Frente a nosotros destaca el Cancho del Torero . Deberemos cruzar el aparente incaccesible paredón (los Órganos ) , por una vereda que se abre justo a la derecha, entre el anterior y el Cerrachón.
Al poco de atravesar una nueva hangarilla que nos encontramos abierta, abandonaremos el carril, que se dirige a las ruinas del cortijo del Cabrizal., para visitar el pozo de los Álamos que queda a la derecha.

 Retrocedemos unos cuantos pasos para atravesar  el murete de piedras por una hangarilla, continuando ascendiendo por un sendero que transcurre paralelo a la valla. También podríamos haber seguido por el otro lado del muro, en cuyo caso, casi al final de aquél, lo atravesaríamos por una escalera metálica que salva el obstáculo.
Otra nueva hangarilla nos adentra en una dolina conocida como Hoyo de la Matanza. En cuanto al topónimo de esta existe controversia: algunos lo relacionan con episodios cruentos de la Guerra Civil, otros ( algo más creíbles ) hacen referencia al lugar donde reunían al ganado previo a su sacrificio. Sea cual sea la razón, lo cierto es que es un lugar con un encanto especial.
Bajamos al poco al Llano de Zurraque, un polje típico del Macizo de Líbar. A la derecha del mismo, en su extremos sur, destacan las ruinas del cortijo de Zurraque. 
Foto de Antonio J. García

Nosotros, sin embargo, nos dirigimos   hacia un cerro de cima claramente piramidal, para desviarnos  hacia el noreste poco antes de llegar a una afloración de roca. Buscamos el paso por el collado que nos dejará en un nuevo polje, el llano de Gulfos. Muchas son las veredillas que discurren por este laberíntico y arbustivo tramo, pero no hay pérdida. 
Iniciada la bajada , topamos con una alambrada que seguimos a la izquierda para, tras avanzar junto a ella durante un ratillo, atravesamos por una cancela que nos adentró en este hermoso llano. En el llano de Gulfos se encuentra uno de los sumideros más importantes del macizo de Líbar.
Foto de Antonio J. García



Flanqueando el llano encontramos espectaculares canchos en los que la huella de la erosión es patente.
Foto de Antonio J. García

Atravesamos el llano dirigiéndonos a las rocas situadas al este del mismo para continuar por un camino que abandona aquél por un carril. 
Foto de Antonio J. García

Poco antes de salir del llano  tomamos un estrecho sendero que, en dirección oeste, sube hasta el carril de acceso a la finca Jara Estepa desde la pista de los Llanos de Líbar.

Una vez en el carril de los Llanos de Líbar subimos hasta el puerto de Gulfos. Allí, las sombras de algunas encinas nos invitaron a tomar el primer descanso antes de iniciar la subida al Pico Ventana. Fue un ligero tentempié regado con un rioja reserva. El calor reinante nos hacía imaginar el esfuerzo que nos iba a suponer la ascensión.

Después de un breve refrigerio continuamos nuestra marcha en dirección a los llanos de Líbar. Al poco de iniciar la bajada hacia los llanos de Pozuelo, una cancela situada a la izquierda nos señala el inicio de la ascensión. Hacia el promontorio  que asoma justo encima de la cancela deberíamos dirigir nuestros pasos.


Poco a poco vamos ganando altura y disfrutamos de la visión del llano de Pozuelo con su cortijo. A la izquierda destacan Las Pilas del Tunio y el Palo.

Un breve descanso para disfrutar del paisaje.

La subida se hace  endurece por momentos, aunque aún queda lo peor...

Foto de Antonio J. García

...con alguna que otra pájara...
Foto de Antonio J. García
 ...salvando obstáculos...
Foto de Antonio J. García
Pronto llegamos a la antecima. Arriba, a la derecha, puede versa ya el vértice geodésico

Sólo nos queda trepar por las piedras hasta llegar a la cima.

Por fin, arriba.

Desde la cima las vistas son impresionantes. Hacia el Oeste podemos  observar, entre otras, las  sierras del  Caillo, Endrinal y  Pinar (cubierta parcialmente de nubes ) al fondo; la sierra de Montalate con los llanos de Zurraque a la izquierda, el de Gulfos en el centro y el de Polvillar a la derecha. En primer plano, los llanos de Pozuelo y el carril de Montejaque a los llanos de Líbar.

Hacia el suroeste destaca el Palo, cuya ladera cae sobre el Llano de Líbar. la sierra de Líbar y los llanos de Pozuelo, abajo. A la derecha, la Manga de Villaluenga y la sierra del Caillo


 Hacia el noreste, Ronda.


 Sierra Bermeja, al fondo a la derecha.

Después de extasiarnos un buen rato con la vista que se nos ofrecía , de descansar bajo la poca sombra que encontramos, de recuperar fuerzas con un nuevo avituallamiento y de descorchar otro reserva, comenzamos la bajada hacia Montejaque que no podíamos imaginar fuera a ser tan dura.Seiscientos metros de desnivel por un terreno pedregoso en el que la karstificacón, además de moldear múltiples formaciones a cual más curiosa, exigió de nuestra máxima concentración para evitar dar un mal paso.
 El sendero se adivina sobre la ladera.
 En la bajada nos desperdigamos bastante.
Foto de Antonio J. García
Parecía cerca, pero aún quedaba. 
Foto de Antonio J. García

Foto de Antonio J. García
Por fin, a eso de las 7 de la tarde, llegamos a Montejaque.

Foto de Antonio J. García
Aquí pasamos la noche.